sábado, 18 de febrero de 2017

Martirologio Romano 18 de febrero


SAN SIMEÓN,
Obispo y Mártir

† crucificado hacia el año 106


La cruz de Jesucristo es la puerta del paraíso.
(San Juan Crisóstomo)


  • En Jerusalén, el triunfo de san Simeón, Obispo y Mártir, de quien es tradición fue hijo de Cleofás, y pariente del Salvador, según la carne. Ordenado Obispo de Jerusalén después de Santiago, el llamado hermano del Señor, y sufridos, en la persecución de Trajano, muchos tormentos, consumó el martirio, admirándose todos los presentes, y hasta el mismo Juez, de ver un anciano de ciento veinte años sufrir con tanta fortaleza y constancia el suplicio de la cruz.
  • En Ostia del Tíber, los santos Mártires Máximo y Claudio, hermanos, y Prepedigna, mujer de Claudio, con dos hijos,Alejandro y Cucia, todos de muy esclarecido linaje; los cuales, por orden de Diocleciano, fueron presos y desterrados, y, por fin, quemados en la hoguera, ofrecieron a Dios, en suave olor, el sacrificio del martirio. Sus reliquias, arrojadas al río y buscadas con suma diligencia por los Cristianos, recibieron sepultura junto a la misma ciudad.
  • En África, los santos Mártires Lucio, Silvano, Rútulo, Clásico, Secundino, Frúctulo y Máximo.
  • En Constantinopla, san Flaviano, Obispo, que, por defender la fe católica en Éfeso, fue herido a puñadas y coces por la facción del impío Dióscoro, y, arrojado al destierro, a los tres días terminó allí mismo la vida.
  • En Toledo de España, san Eladio, Obispo y Confesor, a quien san Ildefonso, Obispo Toledano, celebra con muchas alabanzas.


Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.




SAN SIMEÓN,
Obispo y Mártir

Este santo, que era pariente de Jesucristo según la carne, y que tuvo el honor de morir en una cruz como Él, nos enseña que las cruces son favores conque Jesús honra a los que ama. Sucedió el santo a Santiago como obispo de Jerusalén, y después de haber dado admirables pruebas de su celo por la salvación de las almas, rubricó su paciencia padeciendo el suplicio de la cruz.


MEDITACIÓN
SOBRE LAS TRES CLASES DE CRUCES

I. Nos atraemos cruces y aflicciones por nuestra imprudencia o por nuestros pecados; debemos soportar con paciencia esas aflicciones, puesto que nosotros somos su causa. Entra en ti mismo cuando estés afligido: pregúntale a tu alma por qué está triste, y a menudo encontrarás que tus cruces no son sino castigo de tu orgullo y de tu avaricia, o de algún otro pecado. Acúsate entonces a ti mismo por tus sufrimientos; cesa de ser pecador y cesarás de ser desgraciado. En todas tus penas pregúntale a tu alma; interrógala: ¿No te sucede esto sino porque has abandonado al Señor tu Dios? (San Jerónimo).

II. A veces soportamos cruces que no hemos merecido; nos asemejamos entonces al santo varón Job. Si tus enemigos te calumnian, si tus amigos te traicionan, si la pobreza, la enfermedad o la deshonra te hacen gemir y pasar la vida en la tristeza, agradece a Dios de que te haya hecho partícipe de sus sufrimientos y de su cruz. ¿De qué te quejas, si te trata como trató a sus mejores amigos, como su Padre Eterno lo trató a Él mismo? Sufre con Jesús y como Jesús.

III. Los santos no esperan los sufrimientos; los piden y los buscan, corren a ellos como el avaro a su tesoro; ¡y tú, por lo contrario, los huyes! No te engañes, nunca entrarás en el cielo sin la cruz; porque la cruz de Jesucristo es la puerta del paraíso (San Juan Crisóstomo).

El amor a la cruz.
Orad por los afligidos.


ORACIÓN
Dios todopoderoso, mirad nuestra debilidad, ved cuán agobiados estamos bajo el peso de nuestros pecados, y fortificadnos por la intercesión de San Simeón, vuestro pontífice mártir. Por J. C. N. S.




Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.






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