domingo, 18 de junio de 2017

R.P Leonardo Castellani: Parábola del Convite Regio





En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos esta parábola: “Un hombre hizo una gran cena y convidó a muchos. Y cuando fue la hora de la cena, envió uno de los siervos a decir a los convidados que viniesen, porque todo estaba aparejado: Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero le dijo: He comprado una granja y necesito ir a verla; te ruego que me tengas por excusado. Y dijo otro: He comprado cinco yuntas de bueyes, y quiero ir a probarlas; te ruego que me tengas por excusado. Y dijo otro: He tomado mujer, y por eso no puedo ir allá. Y volviendo el siervo, dio cuenta a su señor de todo esto. Entonces airado el padre de familias dijo a su siervo: Sal luego a las plazas, y a las calles de la ciudad y tráeme acá cuantos pobres, y lisiados, y ciegos, y cojos hallares. Y dijo el siervo: Señor, hecho está como lo mandaste y aún hay lugar. Y dijo el señor al siervo: Sal a los caminos, y a los cercados, y fuérzalos a entrar para que se llene mi casa. Mas os digo, que ninguno de aquellos hombres que fueron llamados gustará mi cena”. 
Lucas XIV, 16.



"Domingueras Prédicas II"
R.P. Leonardo Castellani


Dominica II después de Pentecostés
Parábola del Convite Regio (1966)

La Parábola del Convite Regio. Saben ya que hay dos Parábolas con ese tema (1); saben que ambas las hizo Jesucristo y no San Lucas y San Mateo glosando por su cuenta una idea de Jesucristo (como dice absurdamente el P. Buzy), que ambas fueron recitadas a dos auditorios enteramente distintos, y en consecuencia son distintas; aunque comienzan y acaban con lo mismo. Comienzan con la invitación a un Gran Banquete ("Cena Magna"); terminan con la condena de los que no aceptaron la cena. Se trata de la relación fundamental entre Dios y el hombre. Dios hizo al hombre para el Gran Convite¡ el hombre puede rechazarlo.

Como está en Lucas nos conviene a nosotros: San Pablo la predicó a los gentiles y la puso por escrito Lucas, Evangelista de la Gentilidad. Conviene a los paganos de nuestra época y a todos nosotros; porque los que son aquí condenados (no nos hagamos ilusiones, la Parábola es suave y mansa -a la griega y no a la judaica- pero su final es el mismo que San Mateo: las tinieblas exteriores), los que son aquí condenados no son malos y asesinos, como en San Mateo, sino gente común, sin duda ricos, que dan razones valederas para excusarse del Convite; que no valen empero para el Convidador, el cual se enoja fieramente y vocifera un castigo que tampoco parece muy valedero; pero no hay que engañarnos: tanto el rechazo como el castigo son tremendos, porque el título de la Parábola, el cual está al principio, antes della, es : "El Reino de Dios". " 'Dichoso el que coma en el Reino de Dios', dijo uno"; y Cristo le respondió con esta Parábola.

Son los bienes terrenos los que hacen perder el Convite o el Reino de los Cielos a estas tres clases de hombres; ellos no son malos: no dice el Evangelista que uno robó diez bueyes, otro estafó una casa y el otro se amancebó; no son malos, pero ningún bien terreno, sea el que sea, debe anteponerse a la búsqueda del Reino (o sea la salvación del alma) e impedir nuestra respuesta afirmativa a Dios. La Parábola tan suavecita tiene mucha fuerza, más que la de Mateo; tiene mucha fuerza para los griegos y romanos convertidos y más fuerza para nosotros; porque es justamente ésa la enfermedad de nuestra época: el entontamiento y el embalamiento en pos de los bienes terrenos: la solicitud terrena. "Mirad: no andéis solícitos." (2) Los Estados y las masas detrás dellos corren hoy día solícitos y desalados en pos de la "productividad".

Todo se vuelve "productividad", incentivación, balanza comercial, devaluación, revaluación, "desaceleración de la inflación" (esta palabra la inventó el ministro Pugliese), tecnificación, y todos esos palabrones en ON, que constituyen el llamado "Progreso"; y el progreso consiste en producir más y más cosas para obtener más y más riquezas y emplearlas luego en producir más y más cosas. ¿Cosas buenas? Cosas buenas y cosas malas, que pueden usarse bien o mal; y eso es el Progreso. A mí me gustan las cocinas a gas, pero los escapes de gas y las explosiones de gas me gustan menos; y las explosiones atómicas mucho menos; pero ¿qué voy a hacerle?

El más grande progreso de la actual Técnica no es la cura del cáncer, que no lo han conseguido, sino la bomba atómica. Se calcula que actualmente los EE.UU. poseen 50.000 bombas atómicas, cosa increíble. ¿Para qué quieren 50.000 bombas atómicas, si con 10 bombas H se puede destruir todo el mundo? Es largo de explicar lo que ellos dicen, léanlo en "La Prensa"; pero el por qué des a enormidad es claro; es una especie de frenesí; y detrás dese frenesí está el miedo; y el miedo es pésimo consejero. Pero por el miedo, ¿quién te dice que no pueda venir la paz?

Sir Winston Churchill dijo una cosa cómica si no fuera trágica: dijo que el mundo había conquistado la Paz por medio del ''terror estable". Quiso decir que el miedo a la bomba atómica, cuando muchas naciones la tengan (y ya hay cuatro naciones), hará que no la empleen. Ésta es la paz que nos promete el mundo actual, la paz por el terror estable. Pero el terror no da la paz al hombre, sino que se la quita:

"Mi paz os dejo, 
mi paz os doy, 
no la doy como la da el mundo" (3),

prometió Cristo. La paz del alma, la paz interior, la paz en Dios, que es la que importa, ésa no la da sino que la quita la paz por el terror estable, que es en todo caso la paz del falso Príncipe de la Paz. Parecería se está cumpliendo lo que predijo Cristo: "Los hombres andarán entonces empavorecidos y angustiados a causa de los bramidos del mar y de sus olas" (4); o sea, a causa de las tempestades y embates del mundo: el Mar en la Escritura significa el mundo (5).

He aquí lo que regala a sus feligreses el nuevo ídolo, la Ciencia; que no es ciencia sino Técnica; no es sabiduría sino habilidad: ha llenado el mundo de inmensidad de "productos" y el mundo anda descontento porque no hay para todos; anda angustiado, porque entre esos productos están las nuevas amenazas y pestes; y anda incluso hambriento. Hace acordar al viejo mito del Rey Midas, el cual le pidió a Júpiter el poder de convertir en oro todo lo que tocase; y convirtió sin querer en estatuas de oro a su mujer y sus hijos, a todos sus muebles y al fin a su comida; de modo que se moría de miseria en medio de un bosque de objetos de oro; porque tenía que comer el pan con tenazas -de oro. Así nuestra época parece el nuevo Rey Midas; porque despreció a Dios por los bienes terrenos; porque había mercado una casa, comprado cinco yuntas y se había casado. ¿Casado con quién? Ahí está la cosa. Casado con el Diablo.

Osvaldo Spengler fue un filósofo alemán reciente (6), muy pesimista y un poco pedante, que escribió "La Decadencia de Occidente", un mamotreto enorme, y "El Hombre y la Técnica", un librito pequeño, enjuiciando a nuestra civilización; pues las civilizaciones según él tienen un ciclo: nacen, crecen, culminan y mueren, como los hombres; cosa que había descubierto el napolitano Giambattista Vico (7), que sin embargo es más moderado que su continuador, pues afirma al final de la "Scienza Nuova", genial librito, que las naciones cristianas decaen pero pueden resucitar (8); cosa que no admiten ni Spengler ni su discípulo Toynbee. Lo original de Spengler es que da los síntomas de una civilización que se hunde; porque el título alemán de su librote no es "Decadencia" sino "Hundimiento": "Untergang". Los síntomas son:

Primero, el abandono de los campos por la ciudad.
Segundo, el crecimiento de ciudades enormes, como Babilonia y Roma, Nueva York y Buenos Aires.
Tercero, la frivolización de la cultura, aplicada a producir diversiones (9).
Cuarto, la demagogia, la cual arbolando el principio engañoso de que "todos los hombres son iguales" destruye los estamentos, los "estados" naturales y la estabilidad política.

Destas cuatro cosas se siguen desastres.

Antes el hombre tenía un "estado"; es decir, una posición estable dentro de la sociedad: el hijo seguía por lo general el oficio del padre; y si era inteligente y mejoraba su oficio, subía su familia con él (no él solito) un escalón en la escala social: el campesino se volvía artesano; el artesano, burgués; el burgués, noble. En la "Ley de las Partidas" Alfonso el Sabio manda que si un Doctor (es decir profesor de Universidad) enseñara tres años con loa, fuera nombrado Conde, ingresara en la nobleza de sangre, no él solo sino su familia: para siempre. Esto sí que era fomentar la cultura -y la sabiduría. La sociedad estaba estabilizada y equilibrada -más o menos: en lo posible.

Hoy día el hombre capaz, y sobre todo el astuto, se sale como un cohete de su familia y comienza a trepar -solo; a trepar con uñas y dientes, y como son muchos a trepar, a lo mejor le pega un empellón al que está al lado y lo tira abajo al abismo. De modo que pereció el equilibrio social y la sociedad se volvió una olla de garbanzos; en donde se van arriba por lo general Jos garbanzos con gorgojo. "Bellum omnium contra omnes" -guerra de todos contra todos. Recuerdo la oración que hacía al despertarse Don Angelo Cisera ... (10).

En cuanto a la Técnica, Spengler la condena rudamente. Yo lamento que un Papa ya difunto (11) haya dicho a una audiencia de técnicos que la técnica era de Dios. Mientras Spengler dice que es del Diablo. "Ni huno ni hotro, eh' amigo". La Técnica es del hombre, y él la puede usar para bien o para mal, pues no es más que un instrumento, un medio, una habilidad: no es fin en sí misma, no es el último fin del hombre ni de lejos; como incluso el saber leer y escribir no es un fin en sí (yo no se lo prohibo a ninguno, ¡si yo vivo de escribir libros!), es una técnica, un instrumento que se puede usar bien o mal.

La Técnica puede darme comodidad y vagar para contemplar a Dios; pero si me aparta de contemplar a Dios, yo la maldigo. Dicen que para el año 1970 habrá en EE.UU. 100 millones de automóviles; cuando haya en EE.UU. 100 millones de autos, no podrán caminar. Spengler dice simplemente: "La Técnica nos ha traicionado, nos ha esclavizado -tiende a volvernos ciegos."

Las naciones colonialistas del siglo pasado llevaron a los negros de África la Técnica; no llevaron a Cristo, llevaron la Cocacola, la aspirina y el cine; y lo que es peor, las armas modernas y los diarios; y ya vemos lo que es aquello ahora: una merienda de negros.

No hablo para terrorizar, aunque podría hacerlo: soy menos pesimista que Spengler y mañana o pasado me voy a comprar un calefón. En medio del rugido del mar y sus olas, en medio de la paz por el terror estable, el cristiano puede conseguir la paz interior "que nadie os podrá quitar" (12). La paz interior consiste en estar bien con Dios, estar perdonados los pecados y deseosos de hacer obras buenas; dispuestos por lo menos.

Días pasados una señora anciana me decía: "¿Qué me importa a mí la bomba atómica? Si tiran una sobre Buenos Aires, como soñé anoche, me moriré sin sentir nada; mejor que en un sanatorio". En efecto, la bomba atómica al que lo agarra lo hace cenizas en un mu. "Honrad a las ancianas", dice San Pablo (13), porque en ellas, si han sido buenas muchachitas, hay sabiduría; y les encomienda tengan cortito a las muchachas, que no anden traveseando.

Tendría que hablar sobre la "campaña contra el analfabetismo". Pero esto ya ha sido muy largo. Que Dios nos dé la paz interior, "que echa fuera el terror", dice San Juan (14), en medio de la paz por el terror estable.



Notas

1. La otra se encuentra en Mateo 22, 1-10.
2. Mateo 6, 31.
3. Juan 14, 27.
4. Lucas 2t 25.
5. "Fundado en los dos princ1p10s contra naturam de la fecundidad del dinero (la usura) y de la finalidad de lo útil (la acción prima sobre la contemplación; la voluntad, sobre el intelecto), y multiplicando sin término posible las necesidades y la servidumbre, destruyendo el ocio del alma ... e imponiendo al hombre el jadear de la máquina y el movimiento acelerado de la materia, el sistema que no busca nada más que la tierra imprime a la actividad humana un modo propiamente inhumano y una dirección diabólica, pues el fin último de todo este delirio es impedir al hombre acordarse de Dios:

dum nil perenne cogitat,
seseque culpis illigat:
mientras no piensa en nada eterno,
y se ata con más culpas."
(Jacques Maritain, "Arte y Escolástica", Capít. V -El Arte y la Belleza).

6. 1880-1936.
7. 1668-1744.
8. "La intuición fundamental de Vico (opuesta al mito del "progreso indefinido") de que las naciones decaen; de que en su decaer se cumplen ciertas etapas las mismas siempre; y de que "lo religioso" es el lazo unifican te de los regímenes estables y aun la posibilidad de la resurrección -esa intuición es exacta y quizá genial, a juzgar por su fecundidad y por la cantidad de pensadores (De Maistre, Herder, Spengler, Toynbee, Pieper, De Corte) que la han adoptado, diversificándola, eso sí, en varias direcciones. Mas la predominancia de 'lo intelectual' y lo 'profético' (que es su cumbre) en la evolución ascendente de las colectividades, que impregna la obra de Vico, está presente en el papel capital que asigna a los 'creadores'; incidiendo en el tradicional dicho del Rey (Alfonso el) Sabio cuando afirmó en las Partidas que 'los sabios son aquello por lo cual se conservan, se sustentan y acrecen las naciones ... '. Resta determinar qué se entiende por 'creador' y por 'sabio', pues la falsificación es aquí posible; y en nuestra época, de regla" (Castellani, "La primera medicina - es saber la enfermedad", en "Dinámica Social" Ng 68, mayo de 1956, p. 9).

"El intelecto que debe regir la sociedad no es el intelecto de los actuales 'intelectuales', sino el Saber, la Sapiencia, la Sabiduría, que abarca desde el sentido común, pasando por la cordura, hasta la intuición creadora" (Castellani, "La Inteligencia y el Gobierno", en "Seis Ensayos y Tres Cartas", Bs. As., DICTIO, 1978, p. 30).

9. "La cultura no es un lujo ni un divertimiento; ella es necesaria, es el tajamar contra la barbarie, siempre latente en el hombre. La Religión necesita de la cultura verdadera; la Religión Católica es una 'Religión Cultural', no primitiva; por eso ella conservó la cultura antigua durante el Bajo Imperio y los Siglos de Hierro amenazada. Hombres religiosos se hacían monjes para copiar manuscritos, no sólo de Cicerón y Virgilio, pero ¡de Petronio!"

"San Benito, padre de los monjes de Occidente, inventó una Orden y una Regla admirables: vio que era necesario algunos hombres se dedicasen al estudio, y otros trabajasen manualmente para mantenerlos; y otros a la tarea intermedia de copiar y conservar el depósito de la antigua cultura, amenazado por los bárbaros del Norte; cubriendo así los tres puntos vitales de la civilización europea (Ver H. Belloc, 'Esto Perpetúa')¡ y al mismo tiempo cantasen todos juntos el oficio divino, y enseñasen la agricultura a los belicosos bárbaros -y toda cultura, junto con los Cuatro Evangelios[ ... ]"

"Los profetas son, en última instancia, los que mantienen (o mantenían) sana la cultura; pues toda gran arte y gran filosofía tiene una raíz religiosa. Suprimen a los profetas, se pudre la cultura. Hay que ver la estofa de los profetas que ahora nos imparten cultura a mares desde los diarios, las revistas, la radio, la televisión, las novelas, las poesías -y las cátedras. Hay que verlos, pero un rato no más, para conocerlos. Nadie puede abrevarse allí asiduamente, y sobrevivir. Toda la 'cultura' argentina está falsificada e intoxicada. Los veramente cultos están relegados; y aun hostigados, si tienen dones proféticos" (Castellani, "El Apokalypsis de San Juan", Cuaderno III, Visión Quintodécima - Las Siete Redomas).

10. Ver Domingo Sexto después de Epifanía, al final.
11. Pío XII.
12. Juan 16, 22.
13. I Timoteo 5, 3.
14. I Juan 4, 18.



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